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IGLESIA GENTIL DE CRISTO: Es una denominacion pentecostal, basada en las Sgradas Escrituras, conforme al Evangelio revelado del Aóstol Pablo.

lunes, 11 de julio de 2011

LA LEY Y LA GRACIA

            Deseo que al tratar este asunto al pueblo de Dios, el cual ha deseado recibir la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, que entendamos que la salvación es no por obras. Efesios 2:9.

            No pretendamos buscar salvarnos por la sobras de la Ley, y por la Gracia. No pretendamos hacer de la Ley y de la Gracia nuestra redención.

            El diccionario define la palabra “Ley”, como “regla obligatoria”; Y la palabra “ Gracia” como “Favor que hace uno sin estar obligado a ello”.

            El pacto de la ley se establece en el Sinai; entre Dios y el pueblo Israelita y estuvo vigente hasta la muerte redentora de Cristo. (Juan 19:30).

            Desde la muerte, resurrección y ascensión de Cristo: se establece un nuevo pacto, llamado de la “Gracia”. Algunos pretenden fusionar los dos pactos haciendo depender la salvación del hombre de la Fe, en la obra redentora de Cristo y del cumplimiento de la Ley; pero tal pretensión resulta contraria a los propósitos de Dios y a las enseñanzas del nuevo testamento.

            La Ley expone las normas por las que se ha de regir todo el que quiera agradar a Dios. Sabemos que la Ley es buena si alguno la usa legítimamente (1 Timoteo 1:8). Conociendo esto, que la Ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas, matricidas y homicidas, para los fornicarios, para los secuestradores, mentirosos y para cuantos se oponen a la sana doctrina ( 1 Timoteo 1:8-10). Si el ser humano obedeciese la ley de Dios, en su verdadero sentido espiritual, desde el primer día y hasta el último, entonces alcanzarían la vida eterna (Santiago 2:10). En virtud de su obediencia (Romanos 10:5).

            Pero la escritura afirma que “No hay hombre justo en la tierra que haga bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20 y Rom. 3:10).

            ¿Con qué propósito fue promulgada la ley? ¿Tuvo el creador la esperanza de que los hombres se salvasen por su obediencia a los mandamientos de la ley? ¡ Dios nunca tuvo tal esperanza!. La ley fue introducida como un paréntesis de las relaciones de Dios con los hombres (Gal. 3:16-19). La ley es

 Como un espejo que tiene por finalidad revelar al hombre su pecaminosidad y mostrarle la necesidad de un salvador.

            El apóstol Pablo nos dice que “Por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Rom. 7:7). La ley condenada al trasgresor, pues dice: “Maldito el que no confirme las palabras de esta ley para obedecerlas” (Deum. 27:26) “Todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición pues escrito esta: Maldito aquel que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la ley para obedecerlas”

(Gal. 3:10), “Cualquiera que guarde toda la ley, pero ofendieron un punto, se hace culpable de todos” (Stg. 2:10). “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Dios” (Rom. 3:20) “El que viola la ley de Moisés… muere irremisiblemente” (Heb. 10:28)

            La ley nos enfrenta al juicio de condenación, y nos deja sin excusa delante del Supremo Juez (Rom. 3:19).

            El pacto de la ley, fue promulgado en medio de oscuridad y tempestad, relámpagos y fuego, truenos y voces (Ex. 20:18).

            Todo esto nos revela el carácter y el propósito de la ley.

            El creador se manifestó en el Sinai, como un ser santo que aborrece el pecado y truena sobre la cabeza del pecador, como un juez justo que descarga los rayos de la justicia divina, sobre los transgresores de su ley (Ex. 19:12-19 ; Heb. 12:18-21). La ley es como un acreedor que demanda el pago de la deuda su totalidad; no perdona, ni rebaja la cantidad. Algunos pretenden despojar a la ley de su dura e inflexible majestad, y restarle a la gracia su amplia y perfecta virtud salvadora; y asi desfigurar el carácter justiciero de la ley y la naturaleza perdonadora de la gracia. La gran diferencia entre la ley y la gracia, se expresa en las palabras: “HACER Y CRECER”.

            Pero la justicia (justificadora) que es por la fe, dice así. …Si confesares con tu boca que “Jesús es el Señor”, y CREYERES en tu corazón que Dios se levanto de los muertos, será salvo (Rom 10:6-9).

            La ley ordena que “Hagamos”; que cumplamos sus preceptos sin violarlos jamás. La gracia nos dice que CREAMOS en la obra redentora consumada por Cristo en la cruz del calvario. Como al principio de nuestro escrito, recordaremos estos principios a los que nos referimos; no pretendamos Salvarnos por la ley y por la gracia; no pretendamos hacer de la ley y la gracia el camino de nuestra redención. La sagrada Biblia o escritura nos dice que “La salvación es por Gracia. “Y si por gracia, luego no por las obras; de otra manera la gracia no es gracia. Y si por las obras, ya no es gracia; de otra manera ya no es obra”. (Rom: 11-6; 4:1-6). La diferencia entre la ley y la gracia, esta bien marcada en las inspiradas palabras del apóstol Pedro, cuando dice: “Porque tentais a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos, un yugo (la ley) que ni nuestros padres, ni nosotros, hemos podido llevar? Antes creamos que por la gracia del señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. (Hechos 15:10-11). La ley como medio de salvación, era un yugo imposible de llevar, antes ahora y siempre.

            Sabiendo que por la ley no podemos alcanzar la justificación “ como se justificará el hombre con Dios?” (Job 9:2) ¿Por qué plan, método o camino?. Esta pregunta se hacen muchos. Y nadie debería de descansar  hasta hallar la respuesta que en verdad resuelva el problema. La escritura responde a la interrogación de Job, diciendo: “ Sabiendo que el hombre no es justificado por la sobras de la ley, sino POR LA FE DE JESUCRISTO, nosotros también hemos creído en Jesucristo para ser justificado” … no desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese (la justificación o la salvación), entonces por demás murió Cristo” (Gal. 2:16  {21})”porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de nosotros, pues es Don de Dios; no por obras para que nadie se glorie”  (Efes.2:8-9),  concluimos pues que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la Ley (Rom. 3:28).

            Quila habrá algunos que muestren cierto grado de perplejidad al comparar la enseñanza de Pablo con las Santiago, en relación con la justificación, Pablo afirma que “el hombre es justificado por la fe” Stg. 2:24) Y la aparente contradicción parece mas real cuando vemos que tanto Santiago como Pablo presentan a Abraham como ejemplo histórico del punto de vista que exponen.

            Vamos a decir únicamente de entrada a este asunto; que no hay tal contradicción entre Pablo y Santiago. Pablo era el apóstol  de los gentiles (Rom. 11:13). Y los más grandes conflictos  de su ministerio se la ocasionaron israelitas, que pretendían que los gentiles se convirtieran al judaísmo. (Hec. 15:1-2) que aceptaran el pacto de Sinai, y que se sometiesen a los preceptos de la ley. Y puso como ejemplo a Abraham, el padre o tronco del pueblo israelita, diciendo “si Abraham fue justificado por las obras, tiene de que gloriarse, pero no para Dios”. Pues bien, ¿que dicen las escrituras? Dice que Abraham creyó a Dios, y que la fe le fue contada como justicia salvadora (Rom. 4:2-5) ¿Cuando fue justificado Abraham? Cuando creyó a la promesa de Dios que lo anuncia el advenimiento de un hijo (Gen. Q5:1-6). Aquel hijo se llamó Isaac y en el estaba potencia o implícitamente el salvador de los hombres. Abraham fue justificado por la fe sin obras. Santiago fue el pastor de la iglesia de Jerusalén, iglesia que se componía de israelitas que habían hecho profesión en Cristo. Como pastor de aquella iglesia, Santiago veía que había miembros que decían tener fe, pero que no vivían de acuerdo con la fe que profesaban.

            La fe que decían tener no producía obras, no les había conducido a un cambio de vida, a un nuevo nacimiento. Ante tal anormalidad, Santiago afirma que la fe que no produce obras es una fe muerta, que en fin de cuenta no sirve para nada. La fe viva, la fe que nos justifica, la que nos une al salvador, es una fe que nos mueve que nos justifica, la que nos une al salvador, es una fe que nos mueve a obedecer a Dios y a amar al prójimo.

            La fe viva y eficaz resulta justificada, confirmando o manifestando por obras sus frutos. Y en relación con este aspecto, Santiago menciona el ejemplo de Abraham diciendo: “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció su hijo Isaac sobre el altar?” (Stg 2:21) La palabra “OBRAS”, en este caso es sinónimo de “OBEDICENCIA”. Dios se presentó una noche a Abraham y le dijo: “Toma a tu hijo Isaac, ve al monte Moriah, y ofrécemelo ahí” en el holocausto (Gen 22:1-2). Abraham no se detuvo a discutir el asunto con Dios; sino que tomo a su hijo amado y se dispuso a obedecer. Abraham fue justificado por la fe, antes de que Isaac viniese a la vida (Gen 15:6, Rom.4:3, Gal 3:6). Al disponerse, muchos años después, a ofrecer a su hijo en sacrificio. Abraham demostró (probó) que su fe en Dios era viva, verdadera y eficaz. Abraham fue justificado por la fe en Dios, tal afirma Pablo. Las obras posteriores de Abraham, su obediencia a Dios, pusieron de manifiesto la naturaleza de su fe, como afirma Santiago en que la fe que justifica, la fe viva y verdadera, tiene que manifestarse o probarse por medio de obras (Gal 5:6; Efe 2:10; Tim 2:14 y 3:8).

            El creyente justificado  por la fe en Cristo no esta bajo la Ley, sino bajo la Gracia (Rom 6:14) debemos de entender  como hijos de Dios salvados por la fe  en Jesucristo, que  el creyente se halla mediante la fe en el señor Jesucristo, bajo la cubierta de tan perfecta  y bendita justicia que la ley fulminante del Sinaí no puede hallar la menor  falta o cortedad en ella; esta se llama “La Justicia De Dios Por Ls Fe” (Rom. 3:21). El  creyente justificado por  la fe, perdonado por la  gracia, regenerado por el espíritu santo y hecho participante de la naturaleza divina (2da. Pedro 1:4) tiene “la mente de Cristo” (1ra. Cor. 2:16) y es guardado por el poder  de Dios mediante la fe (I Ped 1:5) de esta manera,  viviendo el señor con nosotros (Col 1:27) y haciéndonos participantes de sus virtudes, es como alcanzar la obediencia y la santificación que la ley demanda de aquellos a quienes fue dada.

La justificación de la fe  en Cristo, aparte de la ley o sin tener en cuenta  las obras demandadas por  la ley, no ignora la ley; por el contrario, la reconoce  y confirma. “El pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4) la ley quebrantada maldice  al transgresor (Gal 3:13) y demanda la muerte del culpable (Rom 6:23; Heb 10:28)

El plan de justificación por la fe reconoce todos estos aspectos  de la ley y lo estable, confirma o cumple al morir Jesucristo,  el justo, por nosotros los injustos, y de este modo se alcanza el fin o propósito que la ley perseguía: “la obediencia y santidad del hombre” (Rom 3:31)

            En algunos países existen  leyes que tienden a proteger a los niños que son victimas del descuido, abandonado, o crueldad por parte de los progenitores pero hay madres y padres en todos los países  que cuidan, tiernamente a sus hijos, no porque hay una ley que se lo ordene, sino, porque los mueve a ellos un sentimiento paternal. Al proceder impulsado por la ley del amor hacen innecesaria la ley escrita, y al mismo tiempo, establece el principio, propósito o fin  que la ley perseguía. Y esto explica o aclara las palabras del apóstol en (Rom 3:3). No invalidamos la ley, sino que la conformamos.

La ley nos quiere situar de todos modos debajo del Pacto de la ley, suele citar las siguientes expresiones de David: “bienaventurados… los que andan en la ley de Jehová”. “Guardaré tu ley  siempre”. “Oh cuanto amo yo tu ley” ”Tu ley es la verdad” “Tu ley es mi delicia”. Todo ser convertido a Cristo puede  hacer suya, estas expresiones del salmista, sin que ello le haga sentirse  obligado a someterse a todas las demandas de pactos de la Ley.

Para entender correctamente  las mencionadas expresiones hemos de tener en cuenta los siguientes aspectos:

1.- David vivió  bajo el pacto de la ley, y por lo tanto, no pudo  decir como Pablo: “No estas bajo la ley, sino bajo la Gracia”.

2.- El concepto que David tenia del termino “Ley” era un poco diferente de la que tenían  los sabatinos en la actualidad. Para David, la ley del señor era todo lo que en su tiempo se conocía como sagradas escrituras, todo lo que Dios  había revelado  a los hombres el salmista no pudo decir; “oh señor, cuanto amo yo tu  evangelio, porque  tu evangelio,  en su fase neotestamentaria, no había sido  aun revelada a los hombres (Efe. 3:1-13)

3.- Para la mete de un sabático, la palabra  “Ley” significa generalmente los Diez mandamientos  que fueron escritos en piedra  por el dedo  de Dios (Ex 31:18) pero para un hebreo el termino  ley incluía  por lo general “los cinco primeros libros de la Biblia”.

Es de suma importancia en tener bien, los dos principios opuestos: Ley y Gracia. La ley nos presenta a  Dios  como quien prohíbe y manda. La gracia  le presenta como  quien ofrece y encarece. La ley maldice, la gracia  redime de maldición, la ley  mata, la gracia  da vida, la ley  establece separación entre Dios y el hombre, la gracia abre el camino hacia Dios; la ley  dice: “ojo por  ojo y diente por diente”, la gracia dice “no  resistáis  al mal”, la ley  dice “aborrecerás a tu enemigo”, y la gracia dice “amaras a vuestros enemigos”.

Encontrándose una mañana Jesús en el templo de Jerusalén, un grupo de escribas y fariseos le presentaron una  mujer, diciendo: “Maestro, esta mujer a sido sorprendida en el acto de adulterio, la ley dice que debe morir apedreada, tú, pues, ¿Qué dices? Y la gracia respondió: “mujer… yo no te condeno; vete y no peques mas. (Juan 8:1-11) “la ley  por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17)

            En el nuevo testamento el amor de Dios  se llama Gracia: la misericordia consiste en apartar  el castigo, en perdonar al transgresor.

La gracia llega más lejos y confiere todo el bien posible. La misericordia son aspectos negativos y positivos hacia el pecador.

La misericordia quita de la mano del culpable la copa amarga del castigo y la vacía fuera de él.  En cambio, la gracia llena de bendiciones  la copa hasta el borde.

 La misericordia  perdona al culpable. La gracia lo reclama para si, la misericordia rescata del peligro. La gracia imparte  una nueva naturaleza  y confiere un nuevo estado o relación.

La misericordia es amor  de Dios, ideando modos de transformar al ser  rescatado  a la semejanza  divina y habilitándolo para participar de la bienaventurada  “celestial”.

De este modo,  la  Gracia divina, como  principio  que obra en el creyente transformándola a la semejanza  de Dios, hace innecesaria la Ley de Moisés.

“POR ESO NO ESTAMOS BAJO LA LEY, SINO BAJO LA GRACIA        

     Su Hermano. N. Márquez M






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